CAPÍTULO 4
PARABOLAS DEL REINO DE DIOS
- De nuevo comenzó a enseñar a la orilla del mar. Y se reunió junto a
él tan gran muchedumbre, que tuvo que subir a sentarse en una barca, en el
mar; mientras, toda la muchedumbre permanecía en tierra, a la orilla del
mar.
- Les explicaba en parábolas muchas cosas, y les decía en su
enseñanza:
- Escuchad: he aquí que salió el sembrador a sembrar.
- Y ocurrió que, al echar la semilla, parte cayó junto al camino, y
vinieron los pájaros y se la comieron.
- Parte cayó en pedregal, donde no había mucha tierra, y brotó
pronto, por no ser hondo el suelo;
- pero cuando salió el sol se agostó, y se secó porque no tenía raíz.
- Otra parte cayó entre espinos, y crecieron los espinos y la
sofocaron, y no dio fruto.
- Y otra cayó en tierra buena, y dio un fruto que crecía y se
desarrollaba; y producía el treinta por uno, el sesenta por uno, y el
ciento por uno.
- Y decía: El que tenga oídos para oír, que oiga.
- Y cuando se quedó solo, los doce que estaban con él le preguntaron
por el significado de la parábola.
- Y les decía: A vosotros se os ha dado conocer el misterio del Reino
de Dios; en cambio, a los que están fuera todo se les anuncia en
parábolas:
- de modo que los que miran miren y no vean; y los que oyen oigan
pero no entiendan, no sea que se conviertan y se les perdonen los pecados.
- Y les dice: ¿No entendéis esta parábola? ¿pues cómo podréis
entender las demás parábolas?
- El que siembra, siembra la palabra.
- Los que están junto al camino donde se siembra la palabra son
aquellos que, aun cuando la oigan, al instante viene Satanás y arrebata la
palabra sembrada en sus corazones.
- De igual modo, los que reciben la semilla sobre el pedregal son
aquellos que, cuando oyen la palabra, al momento la reciben con alegría,
- pero no tienen raíz en sí mismos, sino que son inconstantes; y
después, al venir una tribulación o persecución por causa de la palabra,
se escandalizan enseguida.
- Hay otros que reciben la semilla entre espinos: son aquellos que
oyen la palabra,
- pero cuando dan entrada a las preocupaciones de este mundo, la
seducción de las riquezas y los apetitos de las demás cosas sofocan la
palabra y queda estéril.
- Y los que han recibido la semilla sobre la tierra buena son
aquellos que oyen la palabra, la reciben, y dan fruto: el treinta por uno;
el sesenta por uno y el ciento por uno.
- Y les decía: ¿Acaso se enciende la lámpara para ponerla debajo del
celemín o debajo de la cama? ¿No se pone en el candelero?
- Pues no hay cosa escondida que no haya de saberse, ni hecho oculto,
que no haya de ser manifiesto.
- Si alguno tiene oídos para oír, que oiga.
- Y les decía: Prestad atención a lo que oís. Con la medida con que
midáis, se os medirá, y aún se os añadirá.
- Porque al que tiene, se le dará; y al que no tiene, incluso lo que
tiene se le quitará.
- Y decía: El Reino de Dios viene a ser como un hombre que echa la
semilla sobre la tierra,
- y ya duerma o vele noche y día, la semilla nace y crece, sin que él
sepa cómo.
- Porque la tierra produce fruto ella sola: primero hierba, después
espiga, y por fin trigo maduro en la espiga.
- Y en cuanto está a punto el fruto, enseguida mete la hoz, porque ha
llegado la siega.
- Y decía: ¿A qué asemejaremos el Reino de Dios?, o ¿con qué parábola
lo compararemos?
- Es semejante a un grano de mostaza que, cuando se siembra en la
tierra, es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra;
- pero, una vez sembrado, crece y se hace mayor que todas las
hortalizas, y echa ramas grandes, de manera que los pájaros del cielo
puedan anidar bajo su sombra.
- Y con muchas parábolas semejantes les anunciaba la palabra,
conforme a lo que podían entender;
- no les hablaba sino en parábolas; pero a solas, explicaba todo a
sus discípulos.
MILAGROS Y ACTIVIDAD DE JESUS EN GALILEA
- Aquel día, llegada la tarde, les dice: Crucemos al otro lado.
- Y despidiendo a la muchedumbre le llevaron en la barca donde se
encontraba, y le acompañaban otras barcas.
- Y se levantó una gran tempestad de viento, y las olas se echaban
encima de la barca, de manera que se inundaba la barca.
- El estaba en la popa durmiendo sobre un cabezal; y lo despiertan, y
le dicen: Maestro, ¿no te importa que perezcamos?
- Y levantándose, increpó al viento y dijo al mar: !Calla, enmudece!
Y se calmó el viento, y se produjo una gran bonanza.
- Entonces les dijo: ¿Por qué tenéis miedo? ¿Todavía no tenéis fe?
- Y se llenaron de gran temor, y decían entre sí: ¿Quién es éste, que
hasta el viento y el mar le obedecen?
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