CAPITULO 10
HACIA JUDEA Y JERUSALEN
- Saliendo de allí llegó a la región de Judea, al otro lado del
Jordán; y otra vez se congregó ante él la multitud y, como era su
costumbre, de nuevo les enseñaba.
- Se acercaron entonces unos fariseos que le preguntaban, para
tentarle, si es lícito al marido repudiar a su mujer.
- El les respondió: ¿Qué os mandó Moisés?
- Ellos dijeron: Moisés permitió darle escrito el libelo de repudio y
despedirla.
- Y Jesús les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os escribió este
precepto.
- Pero en el principio de la creación los hizo Dios varón y hembra;
- por esto dejará el hombre a su padre y a su madre,
- y se unirá a su mujer, y serán los dos una sóla carne.
- Por tanto lo que Dios unió, no lo separe el hombre.
- Una vez en la casa, sus discípulos volvieron a preguntarle sobre
esto.
- Y les dice: Cualquiera que repudie a su mujer y se una con otra,
comete adulterio contra aquélla;
- y si la mujer repudia a su marido y se casa con otro, comete
adulterio.
- Le presentaban unos niños para que les impusiera las manos; pero
los discípulos reñían a quienes los presentaban.
- Al verlo Jesús se enfadó y les dijo: Dejad que los niños se
acerquen a mí, y no se lo impidáis, porque de éstos es el Reino de Dios.
- En verdad os digo: quien no reciba el Reino de Dios como un niño,
no entrará en él.
- Y recibiéndolos en sus brazos, los bendecía imponiéndoles las
manos.
- Cuando salía para ponerse en camino, vino uno corriendo y,
arrodillándose ante él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué he de hacer para
conseguir la vida eterna?
- Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Nadie es bueno sino uno,
Dios.
- Ya conoces los mandamientos:
No cometerás adulterio,
no matarás,
no robarás,
no dirás falso testimonio,
no defraudarás a nadie,
honra a tu padre y a tu madre.
- El respondió: Maestro, todo esto lo he guardado desde mi
adolescencia.
- Y Jesús, fijando en él su mirada, se prendó de él y le dijo: Una
cosa te falta: anda, vende cuanto tienes y dáselo a los pobres, y tendrás
un tesoro en el Cielo; luego ven y sígueme.
- Pero él, con el rostro afligido por estas palabras, se marchó
triste, pues tenía muchas posesiones.
- Jesús, mirando a su alrededor, dijo a sus discípulos: !Qué difícilmente
entrarán en el Reino de Dios los que tienen riquezas!
- Los discípulos quedaron impresionados por sus palabras. Y
hablándoles de nuevo, dijo: Hijos, !qué difícil es que quienes confían en
las riquezas entren en el Reino de Dios!
- Es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un
rico entrar en el Reino de Dios.
- Y ellos se asombraban aún más diciéndose unos a otros: ¿Y quién
podrá salvarse?
- Jesús, habiéndoles mirado, dijo: Para los hombres esto es
imposible, pero no para Dios; pues para Dios todo es posible.
- Comenzó Pedro a decirle: Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y
te hemos seguido.
- Jesús respondió: En verdad os digo que no hay nadie que habiendo
dejado casa, hermanos o hermanas, padre o madre, hijos o campos por mí y
por el Evangelio,
- no reciba en esta vida cien veces más en casas, hermanos, hermanas,
madres, hijos y campos, con persecuciones; y, en el siglo venidero, la
vida eterna.
- Porque muchos primeros serán últimos, y muchos últimos serán
primeros.
- Iban de camino subiendo a Jerusalén, y Jesús los precedía; estaban
admirados y le seguían llenos de temor. Tomando aparte de nuevo a los
doce, comenzó a decirles lo que iba a suceder:
- Mirad que subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado
a los príncipes de los sacerdotes, a los escribas y a los ancianos, y lo
condenarán a muerte y lo entregarán a los gentiles;
- se burlarán de él, le escupirán, lo azotarán y lo matarán, pero al
tercer día resucitará.
- Entonces se acercan a él Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo,
diciéndole: Maestro, queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir.
- El les dijo: ¿Qué queréis que os haga?
- Y ellos le contestaron: Concédenos sentarnos uno a tu derecha y
otro a tu izquierda en tu gloria.
- Y Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz
que yo bebo, o recibir el bautismo con que yo soy bautizado?
- Y ellos le respondieron: Podemos. Entonces Jesús les dijo: Beberéis
el cáliz que yo bebo, y recibiréis el bautismo con que yo soy bautizado;
- pero sentarse a mi derecha o a mi izquierda no es cosa mía
concederlo, sino que es para quienes está dispuesto.
- Al oír esto los diez comenzaron a indignarse contra Santiago y
Juan.
- Entonces Jesús, llamándoles, les dijo: Sabéis que los que figuran
como jefes de los pueblos los oprimen, y los poderosos los avasallan.
- No ha de ser así entre vosotros; por el contrario, quien entre
vosotros quiera llegar a ser grande, sea vuestro servidor;
- y quien entre vosotros quiera ser el primero, sea esclavo de todos;
- porque el Hijo del Hombre no ha venido a ser servido, sino a servir
y a dar su vida en redención por muchos.
- Llegan a Jericó. Y al salir él de Jericó con sus discípulos y una
gran multitud, el hijo de Timeo, Bartimeo, un ciego mendigo, estaba junto
al camino.
- Y como oyese que era Jesús Nazareno, comenzó a gritar y a decir:
Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí.
- Y muchos le reprendían para que callase. Pero él gritaba mucho más:
Hijo de David, ten compasión de mí.
- Se detuvo Jesús y dijo: Llamadle. Llaman al ciego diciéndole:
!Animo!, levántate, te llama.
- Este, arrojando su manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
- Jesús, preguntándole, dijo: ¿Qué quieres que te haga? El ciego le
respondió: Rabboni, que vea.
- Entonces Jesús le dijo: Anda, tu fe te ha salvado. Y al instante
recobró la vista, y le seguía por el camino.
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