CAPÍTULO 7
- No juzguéis y no seréis juzgados.
- Porque con el juicio con que juzguéis se os juzgará, y con la
medida con que midáis se os medirá.
- ¿Por qué te fijas en la mota del ojo de tu hermano, y no adviertes
la viga que hay en el tuyo?
- O ¿cómo vas a decir a tu hermano: deja que saque la mota de tu ojo,
cuando tú tienes una viga en el tuyo?
- Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo y entonces podrás ver cómo
sacar la mota del ojo de tu hermano.
- No déis las cosas santas a los perros, ni echéis vuestras perlas a
los cerdos, no sea que las pisoteen con sus patas y revolviéndose os
despedacen.
- Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá.
- Porque todo el que pide, recibe; y todo el que busca, encuentra; y
al que llama se le abrirá.
- O ¿quién hay entre vosotros, al que si su hijo pide un pan le da
una piedra?
- ¿O le pide un pez, le da una culebra?
- Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar a vuestros hijos cosas
buenas, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los Cielos dará cosas buenas
a quienes le pidan?
- Todo lo que queráis que hagan los hombres con vosotros, hacedlo
también vosotros con ellos: Esta es la Ley y los Profetas.
- Entrad por la puerta angosta, porque amplia es la puerta y ancho el
camino que conduce a la perdición, y son muchos los que entran por ella.
- !Qué angosta es la puerta y estrecho el camino que conduce a la
Vida, y qué pocos son los que la encuentran!
- Guardaos bien de los falsos profetas que vienen a vosotros
disfrazados de oveja, pero por dentro son lobos voraces.
- Por sus frutos los conoceréis: ¿Acaso se cosechan uvas de los
espinos o higos de las zarzas?
- Así, todo árbol bueno da frutos buenos, y todo árbol malo da frutos
malos.
- Un árbol bueno no puede dar frutos malos, ni un árbol malo dar
frutos buenos.
- Todo árbol que no dé fruto bueno será cortado y arrojado al fuego.
- Por tanto, por sus frutos los conoceréis.
- No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el Reino de los
Cielos; sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los Cielos,
ése entrará en el Reino de los Cielos.
- Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿pues no hemos
profetizado en tu nombre, y arrojado los demonios en tu nombre, y hecho
prodigios en tu nombre?
- Entonces yo les diré públicamente: Jamás os he conocido: apartaos
de mí, los que habéis obrado la iniquidad.
- Por tanto, todo el que oye estas palabras mías y las pone en
práctica, es como un hombre sabio que edificó su casa sobre roca:
- Cayó la lluvia, llegaron las riadas, soplaron los vientos y
batieron la casa, y no se cayó porque estaba cimentada sobre roca.
- Pero todo el que oye estas palabras mías y no las pone en práctica
es como un hombre necio que edificó su casa sobre arena:
- Cayó la lluvia, llegaron las riadas, soplaron los vientos e
irrumpieron contra la casa aquella, y cayó y fue tremenda su ruina.
- Y sucedió que, cuando terminó Jesús estos discursos, las multitudes
quedaron admiradas de su doctrina,
- pues les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas
y los fariseos.
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